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Autoayuda

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Grupos de Autoayuda: Una perspectiva desde la psicología narrativa

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Dr. Rolando Montaño Fraire. Publicado en revista Liberaddictus, enero-febrero 2009.

Presentación

Comprender cómo y porqué un grupo de autoayuda llega a ser terapéutico para sus integrantes es una pregunta siempre en busca de respuesta, pero nada fácil de resolver. Mediante conceptos de psicología narrativa, es posible reconocer el proceso a grandes rasgos, para luego pasar a únicamente dos mecanismos importantes en la ayuda mutua grupal que hacen posible este efecto transformador. Para comprender lo que permite a un proceso ser terapéutico en sentido psicológico, y considerar si es posible con la participación en un grupo de autoayuda, es importante primero preguntarnos qué es terapia, y cuales teorías en psicología son útiles para defi nir y comprenderla. Aquí, la presentación de estos temas tiene un objetivo de divulgación científi ca. Es por eso que se privilegia la fl uidez y claridad, antes que la disciplina del formato requerido para un artículo científi co. Como para cualquier otra materia, la exploración científi ca avanza lenta y cuidadosamente, ofreciendo paso a paso la explicación, fundamentada, para cada aspecto del funcionamiento de un grupo de autoayuda. La presente refl exión es únicamente integración de algunas pocas de las propuestas comprensivas que actualmente se aplican al análisis de los procesos sociales y subjetivos en grupos de autoayuda. La bibliografía integrada al fi nal, tanto como los contenidos del International Journal of Self-Help and Self-Care (Baywood), son fuentes que pueden ser consultadas, para explorar más detalladamente lo que en la especialidad se trabaja actualmente.

Disponible en formato pdf en http://www.infoadicciones.net/Pdf/0974-104.pdf 

 

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Anomia, norma y consumo: La construcción subjetiva del adicto

Dr. Rolando Montaño Fraire
 
(Borrador) 4 de junio de 2009

Resumen

La búsqueda permanente del placer, rechazo de toda responsabilidad y actitudes antisociales ¿son producto de nuestra cultura? Usando las nociones de anomia y norma social, se discute la construcción del sujeto consumidor y particularmente el adicto. Esto se logra mediante un análisis del proceso de construcción subjetiva que es característico de nuestra sociedad de consumo, tanto en quienes se hacen dependientes a substancias psicoactivas, como en otros que somos parte de un mundo social determinado por la comercialización de productos y servicios. Elaborando sobre nociones de anomia, norma y consumismo, como ejes, pero ofreciendo una traducción a lenguaje cotidiano, se brindan ejemplos, imágenes y mapas conceptuales, invitando a la reflexión final sobre el lugar que suele ocupar un grupo y sociedad de pares, el grupo de autoayuda en procesos de rehabilitación en adicciones. El artículo plantea una argumentación sobre la manera en que se constituye psíquicamente el adicto, y el lugar que ocupa el grupo de autoayuda, como entorno social alternativo, para la re-socialización en otra lógica, filosofía y forma de interacción.

Contenido

Introducción_ 3

Sujeto y norma social 4

Consumo e identidad_ 5

Identidad y drogas 5

Adicción y consumo_ 6

Sociedad de consumo y responsabilidad_ 6

Sociedad de María Antonietas 7

¿Quién te hizo llorar? 8

Consumo, aislamiento y soledad_ 9

Drogas y comercio_ 10

Actividad, servicio y autonomía_ 11

Autonomía y sobriedad emocional 12

Conclusiones 14

Fuentes en Internet 16

Bibliografía_ 16

 

 

Introducción

Las normas sociales nos organizan y brindan estructura interna. Permiten saber lo que se puede esperar de otros, y para otros saber lo que se puede esperar de uno. Las reglas establecidas socialmente definen la forma en que nos relacionamos, nuestras posiciones y lugares en el tablero de juego de esas interacciones y, con ello, permiten definir quienes somos, tanto ante otros como para nosotros mismos. Son fundamento de nuestra identidad.

Cuando una persona se encuentra en una situación social, y por lo mismo también subjetiva en que las normas propias son débiles, contradictorias o ausentes, se trata de un gran problema.

Anomia, estrictamente, es la ausencia de un nombre. Es un concepto de la sociología útil en adicciones, porque implica la falta de normas, estándares o valores en una persona.

El efecto de una relativa falta de normas sociales en nuestra persona genera aislamiento, alienación y rechazo social, pero también un estado de angustia e indeterminación interior, generada por esta situación en lo social.

En la medida en que nuestras acciones se orientan hacia fines y proyectos, acordados con otros, crecen el altruismo y colaboración que nos caracteriza a los seres humanos, incluso por motivos determinados genéticamente (Dobbs, 2007).

Cuando toda acción es para generar dinero que nos permita consumir algo, nuestra pertenencia y lugar en núcleos sociales íntimos se debilita.

Anomia es una propiedad del tejido social en que los sujetos estamos a la deriva en términos de lineamientos para actuar. Es una relativa falta de las reglas necesarias para definir y buscar juntos metas y proyectos que nos permitan pertenecer y ser más humanos.

A-sin nomos-ley, anomia, sin-ley es también característica de quienes somos producto de una sociedad determinada por fuerzas que nos separan, antes que unirnos. La desregulación de los controles sociales promueve la impulsividad de los sujetos, lo cual genera mejores consumidores. Todo esto es muy adecuado, para una sociedad de consumo. Pero la consecuente alienación y falta de propósitos, proyectos sociales a los cuales pertenecer y por los cuales esforzarse, es un efecto secundario, negativo.

Veamos entonces como se produce todo esto, como es que llegamos a ser como hoy somos, los miembros de esta sociedad, determinada por el mercado.

Sujeto y norma social

La norma social suele ser tácita, antes que explícita y haber signos y señales específicas que permiten reconocerla, tanto como su cumplimiento o infracción.

Frecuentemente es solamente con el lenguaje corporal, y otras formas de comunicación sin palabras que se establecen las normas aceptadas socialmente. Es para reconocerlas en un grupo nuevo que nos cuidamos al inicio de hablar o participar, hasta comprender “las reglas del juego”. Pronto sabremos reconocer lo que se puede decir y hacer en cada medio social.

El castigo por faltar a las normas sociales puede llegar hasta la expulsión del grupo, pasando por todos los grados de marginación, siendo en este trayecto que se define, para todos, lo acostumbrado y se coordina así la interacción.

Las normas sociales definen la manera de vestirse, comportarse, hablar y más. Son un entramado y red que nos atrapa. Determina la mayor parte de nuestras acciones, sin que nos demos siquiera cuenta, sujetándonos minuciosamente al deber ser, propio del grupo o grupos de pertenencia.

Nuestras acciones en distintos grupos están determinadas así, por reglas sociales, propias de cada espacio. Con la pertenencia a dichos grupos, nuestra identidad queda también gradualmente construida y definida, gracias a la participación, y con ella la asimilación de dicha normatividad.

Se trata de mecanismos sociales con los que se establece la reglamentación informal del comportamiento, y que se determinan, con el tiempo, por algún nivel de consenso o acuerdo entre los miembros del grupo.

La tan anhelada pertenencia a grupos hace posible participar en actividades y proyectos. Esto nos brinda identidad, pero implica también una educación, una adecuación, una adaptación en la que algo sin duda se nos roba también.

Ninguna persona se escapa de este proceso. Ningún espacio social es ajeno. Solamente cambia la normatividad particular en cada caso, las lógicas y discursos, los proyectos y formas específicas de cada medio social.

Consumo e identidad

Ir de compras es un proceso social en el que la identidad del consumidor se construye, mediante su asociación con la marca, producto y consumo  correspondientes (Freire, 2009).

La posesión es el medio con el que la identidad del sujeto, especialmente su componente social, se asocia a productos y servicios. Para construir su identidad, el consumidor se apropia de marcas y productos (Freire, 2009).

La identidad depende irremediablemente del nombre, apellidos y pertenencia familiar; del género e identidad sexual construidos; también de la pertenencia a una etnia y cultura; especialmente en las que se transitaron los primeros 10 o 20 años de vida (Millé, 1998).

Pero en nuestra sociedad de consumo, la identidad también se determina por el tipo y forma de consumo.

La construcción de la propia persona es, sin embargo, un proceso activo. Se seleccionan modelos y construyen nuevas versiones del propio ser, conforme a lo que cada uno decide en cada momento para sí.

El asunto clave en esto es: ¿Cuánto de eso que decido ser esta marcado o determinado por los modelos prescritos de la forma en que debo elegir?

La construcción de la propia identidad es parte de un proceso de narración. Cada uno se narra en el medio social al que pertenece. Se narra ante otros y para el grupo social de pertenencia. Los otros también lo narran a uno, mientras uno contribuye a su narración y a la del grupo.

Las distintas narraciones que son parte de los discursos televisados, películas y anuncios nos brindan formas y estilos de narración, así como objetivos, estrategias y proyectos. Definimos con ellos también nuestros gustos, e incluso nuestras ilusiones.

Identidad y drogas

El consumo de drogas, como el alcohol, es un proceso social, así como lo es el ir de compras. Independientemente de quienes se vean eventualmente atrapados por la adicción, la participación social que cada una de estas formas de interacción hace posible es una forma de construir identidades.

En cada espacio y forma de interacción social lo que termina por definirse es cuándo, dónde y cómo los sujetos pueden conocer y elegir modelos de identidad, y cuáles tendrán a su disposición para apropiarse de ellos.

Aunque la identidad es un proceso de construcción permanente, cada uno se aferra a ciertas imágenes y características que cristaliza. Son piezas de un rompecabezas que como en una balsa hecha de trozos de madera amarrados entre sí, se hacen salvavidas que nos protegen de ese tan temido resquebrajamiento de nuestra identidad.

Independientemente de la ilusoria permanencia de una “personalidad” única e imaginaria, a la que cada uno se aferra, la identidad es un proceso cambiante. Depende mucho de nuestro tránsito por distintos medios y grupos sociales, discursos, lógicas y pertenencias. Se trata de las escuelas, empleos, empresas, proyectos y familias en las que nos inscribimos, por distintos períodos y momentos.

“Dime con quién andas y

te diré quién eres”.

Cada grupo al que se termina por pertenecer tiene su propio lenguaje; valores, lógica y formas de abordar la realidad, tanto como para divertirse; resolver problemas y necesidades.

Hoy, el mercado y comercio son tan absolutamente generalizados que el consumo, como valor, es parte de casi todos nuestros grupos de pertenencia y, además, los marca, los moldea y define, dándoles formas particulares.

¿Qué grupo de pertenencia se salva actualmente de tener como parte de su columna vertebral la lógica del consumo?

Adicción y consumo

La adicción a una sustancia psicoactiva comienza con la pertenencia a un grupo, por ejemplo el familiar. Esta búsqueda se origina en la necesidad biológica de socialización, propia del ser humano (Dobbs, 2007).

Si el grupo tiene como una de sus características el uso social de alguna droga, como el alcohol, la nicotina, cafeína u otras, entonces se hace necesario, al aprender las reglas del juego propias de ese grupo, participar en su consumo.

Comencemos este sub-tema con un ejemplo que nos sirva para pensar: La forma en que hoy se desenvuelven la mayoría de los conductores en cualquier pequeño accidente de tránsito. Veremos que es una útil primera muestra de una importante tendencia en nuestra cultura, determinada por el comercio.

Lo primero que se “debe” hacer en un accidente de tránsito, por pequeño que sea, es llamar a las respectivas compañías de seguros de cada vehículo. Los ajustadores acordarán entre sí, sin siquiera necesitar que los conductores intervengan, simplemente observando la posición de los autos.

Como conductores de automóviles, somos entrenados para esperar, incluso dejar los autos en su lugar y posición, aunque esto ocasione un gran embotellamiento. Toda decisión y acción se delega a las/los ajustadores de seguros.

Esta implícito que los conductores tienden siempre a negar su responsabilidad, y buscan hacer culpable al contrario en la gran mayoría de los casos.

Esto es particularmente conveniente para las compañías de seguros, y para los ajustadores, como gremio. Pueden así tener, para hacerse cargo de ellos, millones de pequeños accidentes de tránsito que entre personas responsables, atentas y sociables, podrían resolverse rápida y eficazmente, a muy bajo costo, con los que en otra época pudieran conocerse como acuerdos entre “caballeros” o “damas”.

Esta situación, la profesionalización y comercialización de la resolución de todos los pequeños accidentes de tránsito, es posible porque se acepta y reconoce que las personas van a mentir, evitando hacerse cargo de aquello de lo cual son en realidad responsables. Se sabe que en la gran mayoría de los casos, quienes participan, evitarán hacerse cargo.

Sociedad de consumo y responsabilidad

Actuar con cortesía, diplomáticamente, haciéndose responsable cada uno de lo propio es algo que hoy naturalmente se evita.

Mentir, tratar de sacar ventaja y nunca reconocer errores se hacen parte de lo que socialmente es aceptado y por tanto se naturaliza.

Pensemos usando otro ejemplo: Cuando nos enfermamos hoy vamos al médico, quien observa nuestros síntomas, nuestro cuerpo. Se informa objetivamente. Pregunta sobre indicios, tal vez sobre nuestra forma de comer, hábitos y actividades.

Un médico exitoso generalmente evitará cuestionar, incluso simplemente preguntar sobre malos hábitos. Tal vez los mencione amablemente, sin hacer hincapié.

Aunque los médicos saben que en su mayoría los problemas de salud son consecuencia de los hábitos de las personas, su alimentación, ejercicio y que una proporción más grande aún son psicosomáticos, su acción se ha hecho práctica. Una receta, e indicaciones para la aplicación de los medicamentos. Este es en casi todos los casos el resultado final de una consulta médica, tal como espera la mayoría de los clientes.

Los médicos se transforman así hoy en vendedores especializados de productos, muy lejos de lo que antaño era un complejo rol profesional: Educativo, social, analítico de situaciones y experiencias, encaminado al conjunto de una situación por construir con el paciente que coadyuvara a vencer la enfermedad. El médico era investigador, consejero y maestro, transmitiendo un saber que invitaría al cambio de hábitos, gustos, costumbres. Solía abordar incluso las causas emocionales de muchas enfermedades.

Los pacientes hoy tienen poco interés por escuchar lo que el médico les pueda decir sobre las muchas cosas que necesitarían cambiar en su vida personal para sanar. Los clientes de las y los médicos buscan ser tratados como mecanismos biológicos en necesidad de reparación. Prefieren una solución inmediata y una acción que nada altere en su vida cotidiana, salvo el inconveniente de tomar la pastilla o tratamiento medicamentoso.

Como clientes, los pacientes de cualquier médico desean que se aplique el paradigma del comercio: Buscan el producto correcto y la acción técnica que permita inmediatamente “solucionar” el problema.

¿Qué consecuencias tiene todo esto en la forma de actuar de las personas?

Imaginemos algunas situaciones, algunas respuestas.

“No estaba mi papá para que me pusiera a hacer la tarea” dice el niño. Los padres indican: “¡Este niño esta insoportable!”, cuando pudieran decir “¿Qué puedo hacer yo para educarlo mejor?” Consideran que la maestra tiene que hacer algo; la psicóloga tiene que hacer algo, porque “ya le dijimos que se porte bien, y ningún caso nos hace”.

Habiendo un profesional disponible para cada necesidad, es preferible delegar nuestras necesidades y decisiones. Todo parece poder resolverse comprando algo o pagándole a alguien para que se haga cargo.

Todos somos María Antonietas

En el pasado, delegar todo y pagar para que se hiciera era privilegio solamente de algunos. La realeza en una época, la burguesía en otra. Sin embargo, la fabricación en masa de todo producto posible, y la comercialización de todo servicio imaginable, hacen hoy factible que una proporción cada vez más grande de las personas pueden comprarpromete, con uno y otro discurso. soluciones, para virtualmente cualquiera de sus necesidades. Al menos eso es lo que se nos

Construir nuevas necesidades en los consumidores es fundamental para el comercio, porque las necesidades reales son en realidad pocas.

Que las personas eviten hacerse responsables cada vez de más asuntos es una tendencia de mercadeo, antes de convertirse en una tendencia social y cultural. Es el resultado de una estructura propia del comercio.

La publicidad y búsqueda de teorías científicas y argumentos profesionales que permitan colocar productos y servicios en el mercado son la forma única y universal con la cual hoy se ofrecen soluciones para toda necesidad humana, incluidas las necesidades emocionales.

En nuestra sociedad se hace norma de buen comportamiento evitar hacerse cargo de todo aquello que pueda ser tarea de algún profesional. Ellas/os deberán estar a cargo, a menos que pueda resolverse con algún producto.

La argumentación de los motivos por los que se nos explica que es mejor delegar una necesidad pueden muy ser difíciles de comprender. Prestigiosas personas e instituciones nos hacen ver lo peligroso que puede ser por ejemplo desatender la tan conveniente fecha de caducidad de un producto o bien el hacer por cuenta propia alguna reparación.

Para asuntos relativos a lo emocional, se hace llanamente imposible reconocer las falacias implícitas en los tan cómodos y útiles argumentos que favorecen al comercio.

La ventaja que representa delegar a otros una necesidad en cambio es siempre clara: Hacerse uno cargo siempre es más difícil y parece siempre más peligroso.

Y, para asuntos relativos a lo emocional, ¿cómo es el proceso?

¿Quién te hizo llorar?

Si en salud se delega todo al profesional y a los omnipresentes medicamentos; las consecuencias legales de la forma de conducir un auto se encargan a una aseguradora y sus ajustadores; la educación de los hijos se le puede encomendar en buena medida a escuelas, maestro, psicólogos y otros. Para las propias emociones ¿por qué sería distinto?

Luego de que la lógica del consumo nos entrena para que evitemos hacernos cargo de asuntos más concretos, se hace paradigma, modelo y patrón para abordar nuestras emociones. Veamos cómo.

Contrariamente a lo que una adecuada socialización impone para el resto de las personas, tradicionalmente, para artistas, niños y mujeres, es social y culturalmente tolerado que éstos se nieguen a hacerse responsables de sus propias emociones.

Es común por ejemplo preguntarles:

·         “¿Quien te hizo enojar?” antes que “¿Por qué estas enojada?”;

·         “¿Quién te hizo llorar?” en lugar de “¿Por qué lloras?”;

·         “¿Quien te puso triste?” cuando pudiera ser “¿Por qué estas triste?”.

Esto hace que sea poco a poco más difícil y termine por ser imposible que las personas así educadas reconozcan sus propias emociones, las causas de las mismas y su propia capacidad de hacerse cargo de ellas.

El modelo de respuesta que representa la comercialización de toda necesidad humana fomenta este mismo patrón social, pero para todas las personas. Promueve que todos eviten hacerse cargo de sus propias emociones. El mercadeo de soluciones inmediatas mediante la compra de productos y servicios, particularmente para necesidades emocionales, es una tendencia contraria a la socialización de las personas (en el sentido social, colaborativo, empático, identificatorio de la cultura).

Mucho más allá de lo que resulta de una tolerancia social que tradicionalmente se brinda a ciertas personas, principalmente niños, mujeres y artistas, la comercialización de productos que permiten manipular las emociones (psicoactivos) y servicios asociados es el mercado que se abre, cuando las personas dejan de reconocer sus sentimientos como algo propio e imposible de resolución salvo para sí mismos.

La comercialización de esos productos, “adecuados” para “necesidades” o problemas emocionales fomenta, como para otros productos, el que las personas dejen de hacerse cargo de aquello que el producto “resuelve”, por falsa y engañosa que sea esa “solución”, eficazmente promovida y comercializada, mediante complejos discursos y prestigiados especialistas. Reconocer sus errores e incoherencias se hace virtualmente imposible, salvo para el especialista.

Manipular las propias emociones usando substancias psicoactivas es una cada vez más fuerte tendencia social, precisamente porque es un mercado importante que se abre, mediante eficaces mecanismos comerciales, y se genera con ello una gama de posibilidades de venta.

Las drogas legales, tales como el alcohol y cafeína, se venden con toda una variedad de presentaciones, asociadas a imágenes positivas e inocuas.

Si la distribución de alcohol tiene mucho tiempo de ser parte de una serie de servicios, usos sociales, tradiciones y fenómenos culturales asociados, el café, como sofisticado mercado de consumo, es un ejemplo reciente que hace visible la forma en que estos procesos de comercialización de substancias psicoactivas son convertidos, gradual e insistentemente en modas, hábitos y complejos patrones culturales, gracias a las presiones del mercado.

Similarmente, durante décadas en el S. XIX el láudano, solución de opio con azafrán, alcohol y otras substancias, fue utilizado para tranquilizar a niños, muy recetado por médicos y especialistas que argumentaban científicamente sus bondades. Hoy se difunde cada vez más el uso de otros recientes medicamentos psicoactivos, como el Ritalín. Tal como antaño, cada uno va acompañado de un discurso y argumentación, propuesta por especialistas bien informados en la materia y seguros de sus propuestas.

Consumo, aislamiento y soledad

La “necesidad” de comprar, profundamente instalada en cada uno de nosotros, es ya parte de nuestra subjetividad. Suele por ejemplo para muchos ser tranquilizador ir de compras.

Similarmente, la TV nos acompaña, aunque su consumo compulsivo, tan eficazmente logrado, finalmente termina por sustituir amistades, interacción social y convivencia. Así también, los sistemas de comunicación a distancia, celulares e Internet, se hacen intermediación de la comunicación, pero acaban por reducir y obstaculizar la convivencia.

La soledad es una construcción gradual de aislamiento cada vez mayor, producto del consumo de productos de entretenimiento y métodos de comunicación a distancia. Sin haber ningún complot o plan maestro, es generada por y para el mercado. Engendra personas solitarias, siempre en busca de llenar esos enormes vacíos internos, quienes con mayor facilidad se hacen consumidores compulsivos, precisamente en la búsqueda de colmar esas necesidades emocionales.

El aislamiento individual y resquebrajamiento de las redes sociales, generado por las tendencias del mercado, produce subjetividades emocionalmente frágiles, fácilmente manipulables por el comercio.

Para “resolver”, al menos ilusoriamente y evitar tener que abordar las causas personales, familiares, sociales, económicas reales de las situaciones que a gran conflicto sentimental llevan en las personas, hay siempre a la mano algún producto que permita químicamente alterar lo que sentimos, tapando así carencias, deseos, enojos y más.

El mercado se ha hecho cargo de la universalización de la oferta de substancias psicoactivas, como productos siempre disponibles para “ayudar” en situaciones de necesidad emocional.

Sean drogas legales, médicas o ilegales, el consumidor es construido y entrenado para su consumo.

La subjetividad y procesos sociales que las presiones del mercado generan están hoy fuertemente encaminados al uso de productos que permitan manipular nuestras emociones.

Utilizar substancias psicoactivas concuerda con los patrones sociales establecidos. Hacerse cargo cada uno de sus emociones es contrario a los usos y formas aceptados.

La recomendación y sanción de un profesional para que se utilicen substancias psicoactivas en casi cualquier situación afectiva es conveniente para muchos:

·         Para el consumidor, porque se le ofrece una solución práctica, inmediata y que ningún esfuerzo de reflexión y cambio en su vida requiere.

·         Para el profesional, porque le permite insertarse eficazmente en el mercado laboral, al asociarse a un esquema de comercialización de productos, tal como virtualmente se lo exige el mercado.

·         Para las distribuidoras y fabricantes de productos psicoactivos, porque ese es su mercado.

·         Para los investigadores que argumentan en favor de dichos esquemas, porque una investigación que se basa en algún paradigma biológico, biogenético y tal vez algún argumento conductual, sin tocar ni cuestionar estructuras económicas, políticas, familiares, culturales o sociales, obtiene financiamiento, reconocimiento y aceptación, misma que nunca lograría si abordara las causas reales de las situaciones psicosociales, económicas y políticas que originan los más graves conflictos de las personas.

Ocultar el carácter de protesta de los conflictos emocionales es un resultado del uso de cualquier tipo de substancia psicoactiva.

Mediante las tan aceptables y aceptadas teorías científicas que promueven la oferta de medicamentos psicoactivos, para una cada vez mayor gama de situaciones, haciendo posible la comercialización de productos y servicios nunca antes vistos, se niegan tanto sus causas, como el reconocimiento de que los procesos de socialización de nuestra cultura generan sujetos con cada vez menos autonomía emocional, tendientes tanto a la adicción como a la agresión y criminalidad.

Todo servicio o producto en venta es parte de una cultura contraria a la responsabilidad subjetiva: Ofrece solución externa, inmediata, práctica, aunque sea incompleta o contraproducente.

Drogas y comercio

La lógica con la que se venden y promueven las drogas sociales, como el alcohol o la cafeína, es la misma con la que se justifican y venden las drogas comercializadas como medicamentos. Este razonamiento es también el mismo con que se venden las drogas ilegales.

Sabemos que nunca será posible abordar “el problema” del “tráfico” (comercio) de drogas ilegales por el lado de la oferta, porque mientras exista demanda, siempre habrá hombres de negocios dispuestos a cubrirla.

Siendo que la demanda de substancias psicoactivas, legales o ilegales, es producto de una eficaz construcción de sujetos consumidores, para quienes se inscriben en esta “lucha”, la perspectiva es desalentadora.

Es esencial en cambio reconocer que el mismo razonamiento está en la base de la promoción y consumo de todas las substancias psicoactivas.

La publicidad y los discursos profesionales, científicos y sociales que promueven el uso de una substancia psicoactiva, al mismo tiempo le hacen publicidad a todas las drogas.

El uso de substancias psicoactivas es parte de patrones culturales y estilos de vida bien establecidos. Las modas, tales como la de los miles de tipos de café y formas y lugares para tomarlo hoy disponibles, generan formas de socialización. Es similar para la diversidad de medicamentos y terapias, aunque con menos atractivo estético.

Se trata de grupos sociales, mercados y formas de poner en práctica una misma lógica: La del comercio.

Se promueve en todos los casos que las personas en lugar de reconocer, comprender y hacerse cargo de sus emociones, las traten de cubrir o manipular, usando substancias psicoactivas.

El alcohol, útil para desinhibirse en una reunión o el café, para mantenerse despierto en una junta de trabajo son solamente ejemplos de un amplio esquema.

Se trata de negar, por ejemplo la timidez, misma que si se abordara, liberaría el potencial de la persona en todos sentidos. Se trata de ocultar, por ejemplo el cansancio y aburrimiento, asuntos que si fueran resueltos, permitirían llegar a mejores soluciones.

En general negar, ocultar, sobrellevar y manipular nuestros estados emocionales, usando substancias químicas, es perder la oportunidad de comprender el significado de nuestros sentimientos, para comprender lo que nos llevó a ellos.

Anestesiar nuestras emociones evita que podamos reconocerlas como protestas, ante situaciones inaceptables. Impide la protesta y la acción eficientes, frente a situaciones que lo ameritan.

El niño que se rebela, haciéndose “imposible”, manifiesta una gran necesidad de ser educado, atendido, acompañado y querido. Similarmente para otros. Nuestros sentimientos son señal de carencias y problemas que requieren solución, antes que una química insensibilización y adormecimiento.

Toda aquella necesidad emocional que pueda ser convertida en producto o servicio comercializable puede tener una vía de solución alterna, desde la responsabilidad y autonomía personal. Pero son necesarias estructuras sociales que corresponden a otras formas, nada nuevas de abordar estas mismas necesidades humanas.

Actividad, servicio y autonomía

Cuando cada uno lava sus platos, guisa, lava ropa, hace su cama y en general realiza actividades cotidianas, físicamente productivas, útiles y tangibles, se construye como sujeto social y autónomo.

Las actividades prácticas cotidianas, especialmente aquellas en que nos hacemos cada uno cargo de nuestras propias necesidades materiales, así como de las de quienes nos rodean, generan una situación de autonomía personal y compromiso social.

Estas actividades permiten reconocer y hacernos cargo de nuestras propias emociones, porque son un paradigma, modelo y patrón de funcionamiento que promueve la autonomía, respecto de nuestras propias necesidades primarias, pero luego de las emocionales.

La actividad práctica y cotidiana permite reconocer lo mucho que directamente y personalmente podemos hacer por nosotros mismos y por quienes nos rodean.

Hacerse cargo del propio cuerpo, preparando y cuidando los propios alimentos, tanto como nuestra activación física, horas de sueño y más es un derivado de una postura que podemos asociar con la filosofía del “hágalo usted mismo”.

Instalar uno mismo los focos que sean necesarios en casa, tanto como el jefe que en una oficina escribe sus propias cartas y cada empleado, alumno o miembro de la familia que se hace cargo de parte del trabajo manual tiene efectos importantes en el proceso social y en las personas mismas.

Por estos medios cada uno dependerá menos de otros en una variedad de pequeños asuntos, mismos que todos pueden hacer unos por otros, generándose así autonomía y colaboración social.

Este tipo de actividades y su lógica generan un piso común que se hace base para la identidad, como seres humanos, permitiéndonos reconocer nuestras similares necesidades fundamentales, tanto en lo fisiológico como en lo afectivo.

Las necesidades cotidianas, tanto como las acciones que permiten resolverlas, puestas en juego socialmente producen una lógica de autonomía, independencia y responsabilidad, contraria al consumismo. Se hacen proceso opuesto a la depresión y base de la participación social más sencilla y fundamentalmente humana.

Autonomía y sobriedad emocional

La socialización necesaria para que cada persona se haga cargo de lo que siente, lo reconozca y use para comprenderse, tomar decisiones y actuar es propia de culturas tradicionales. Generalmente, todas las culturas hasta hoy tendían a generar personas responsables, aunque en cada caso la definición de responsabilidad fuera distinta.

La pertenencia a una cultura, salvo la que genera la sociedad de consumo, significa cada vez mayor nivel de respeto mutuo y responsabilidad social.

Los grupos de autoayuda en especial ofrecen una estructura filosófica, moral y social de la responsabilidad.

Sin un terapeuta o especialista que se haga cargo, se trata en realidad de un grupo y proceso de ayuda mutua. Precisamente porque una persona nunca podrá ayudarse sola en asuntos emocionales, son respuesta social que genera grupos para organizar el apoyo mutuo. Para ello, la acción personal del nuevo participante que decide, por cuenta propia integrarse es la base.

Desde el inicio se trata de una decisión personal. Quien tendrá que hacerse cargo en última instancia es el propio participante, primero de acudir. Sería inútil, por la propia estructura del proceso que la persona estuviera en el grupo en contra de su voluntad. El grupo de auto-ayuda funcionará desde el momento en que la persona reconoce su situación y necesidad, y tome la decisión de integrarse. Es entonces que comienza a hacerse responsable de lo que siente, lo que vive y le ocasiona conflicto.

Ese que en los grupos de 12 pasos se denomina primer paso es un acto de responsabilidad. Es una toma de decisión que implica reconocer una situación emocional y circunstancia de vida que se ha hecho problema, imposible de abordar solos, para hacerse cargo de ella usando la estructura del grupo. Se trata de reconocer que la única forma posible de resolución pasa primero y antes que nada por hacerse primero responsable de esa condición.

En la estructura del grupo de autoayuda nada se vende. La noción fundamental del grupo de ayuda mutua es la cooperación sin interés económico. Ofrece un mecanismo para que las personas se reúnan, con el fin de poner en acción una terapia psicológica entre iguales, sin especialistas.

La forma de interactuar, la forma de hablar, es la forma de trabajo, compartiendo experiencias en primera persona, narrando lo que yo he vivido, sentido, hecho y deseo; poniendo en juego todo lo que me mueve, conflictúa y atora; mis fantasmas, fantasías, utopías.

Todo lo que se  comparte, entre personas que se identifican como iguales, se hace la materia y material de trabajo, bajo reglas específicas, para que quienes lo deciden participen en un proceso que obliga a hacerse cargo cada uno, por ejemplo y en principio del respeto de lo dicho por otros.

La estructura obliga y hace posible escuchar atentamente a otros, para buscar con ello elementos que permitan comprenderse mejor, las propias circunstancias, historia personal y orígenes. Comprender actitudes, repeticiones y comportamientos difíciles de modificar y superar en aislamiento.

Se trata de una estructura social y grupal que ofrece mecanismos evolutivamente construidos para reconocer quien y como se y lograr decisiones más éticas. Para hacerse cargo de las propias emociones. Para aprender a abordar situaciones, sin cargárselas a otros.

Los grupos promueven una serie de actividades concretas, prácticas, cotidianas, además de las juntas. Servir el café, limpiar los pisos y baños, organizar. Las actividades promueven el “hágalo usted mismo” en un ambiente de colaboración, con una filosofía de empoderamiento.

Saber hacerse cargo cotidianamente de aquello de lo que necesariamente yo tengo que hacer o resolver es fundamental para lograr también reconocer mejor y tener la fortaleza para identificar aquello de lo que es imposible hacerse uno cargo individualmente.

Con la participación en juntas de trabajo, estructuradas para compartir experiencias, se hace posible reconocer aquello que es propio, pero también se hace fácil reconocer aquello de lo que otros tienen que hacerse cargo.

En el diálogo sincero que se construye con las reglas para hablar, propias de un grupo de autoayuda y la cuidadosa escucha de los otros que se propicia, el lento y largo diálogo que las reglas del juego en el grupo hacen posible permite finalmente reconocer lo antes irreconocible, oculto, invisible, negado.

La mecánica del grupo hace posible reconocer cuan productivo es hacerse personas autónomas, con una fortaleza interior que permite hacerle frente a falsos discursos, sea en la familia, pareja, empresa, escuela como los difundidos en medios masivos.

Esa contracultura de la responsabilidad que representa la filosofía y funcionamiento social en grupos de autoayuda es la que los hace, antes que simplemente un recurso útil o complemento, estrategia acertada para las adicciones.

Los hace eficaces el ser grupos autogestivos, contrarios a la lógica comercial. Su autonomía y sobre todo que representan una cultura de la responsabilidad y para la socialización colaborativa de personas que puedan respetarse y respetar a otros los beneficia.

Se trata de variados medios sociales con similares fundamentos que hacen posibles procesos de subjetivación tendientes a la construcción social de sujetos más éticos, menos narcisistas, menos compulsivos y enajenados que lo típicamente generado por nuestra sociedad de consumo.

 

 

Conclusiones

Una transición de la valoración social de la participación comunitaria e integridad ética hacia el materialismo, competitividad y fraccionamiento social, familiar y cultural es efecto del cada vez mayor énfasis en el consumo y capacidad económica, como indicadores sociales y personales de éxito (Levine, 2007:20-36).

¿Es entonces nuestra cultura marcada por el mercado y consumo generadora de personalidades compulsivas, propensas a la adicción?

Podemos concluir que son producto de la cultura de consumo sujetos con algunas características particulares:

·         Hedonistas: Que buscan permanentemente el placer.

·         Antisociales: Que difícilmente logran ponerse en los zapatos de otros.

·         Con poca tolerancia a la frustración.

·         Impulsivos y compulsivos.

Cada una de estas características es resultado directo de un permanente bombardeo, con el cual se nos incita al consumo, por todos los medios posibles, construyéndosenos necesidades, gustos y deseos, específicamente encaminados a productos y servicios que se comercian.

La estructura de nuestra sociedad de mercado, hecha para el consumo, se basa en nociones que se encuentran implícitas en sus procesos, lógica y procedimientos:

·         Toda necesidad humana puede convertirse en producto o servicio para venta.

·         Toda necesidad puede resolverse inmediatamente, mediante algún producto o servicio.

·         Toda necesidad se puede y debe delegar a un profesional.

Las presiones del mercado hacia el consumo promueven esta lógica y tienden a construirnos como personas que buscan soluciones inmediatas para toda necesidad.

El resultado es una tendencia a la desresponsabilización en los sujetos, porque el mercado tiende a generar consumidores que buscan delegar todo a un producto o servicio comercial.

Por los mismos motivos, se genera también una tendencia a un escaso control de impulsos. Las personas tienden a buscar satisfacción inmediata, por un largo entrenamiento de la cultura del consumo.

Un ejemplo es el discurso médico-psiquiátrico que favorece el uso de substancias psicoactivas. Los medicamentos psicoactivos son vistos como “solución” inmediata, y producto deseable por quienes son atendidos. Cualquier otra cosa que diga o haga el especialista se hace irrelevante, por el entrenamiento como consumidor que el paciente tiene.

La correspondencia entre substancias psicoactivas de uso social, las de uso médico y las que son ilegales es total. La lógica del consumo compulsivo, promovida por el mercado y publicidad para todo producto, determina la forma en que serán usadas todas las substancias psicoactivas. El objetivo será siempre un resultado inmediato, una manipulación de las propias emociones, sea individual o socialmente.

Evitar, evadir, negar y ocultar los motivos, causas, orígenes y estructura de las emociones será siempre el resultado del uso de substancias psicoactivas, independientemente de la situación. Buscar resolver cualquier asunto de fondo, sea personal, grupal, social, económico o político es contrario a la forma de operar determinada por el consumismo al interior de cada persona.

Conjuntamente, se trata de una fórmula que genera adictos a drogas en toda la población.

Sin el reconocimiento de la dinámica social y procesos subjetivos generados por el comercio, omnipresente en nuestra sociedad de consumo, es imposible abordar las adicciones, porque se requieren estrategias sociales y culturales que ofrezcan medios de socialización alternativos.

Los grupos de autoayuda, estando estructurados bajo una lógica de ayuda mutua, colaboración y filosofía de “hágalo usted mismo”, promueven la autonomía grupal y subjetiva.

Por sus premisas fundamentales y los mecanismos que se desprenden de ellas, estos grupos se hacen una contra-cultura, directamente opuesta al consumismo y comercio como paradigmas.

Su carácter contracultural se reconoce particularmente en el rechazo de substancias psicoactivas y mecanismos sociales y subjetivos de manipulación química de las emociones.

En estos grupos se tiende a trabajar permanentemente la experiencia y sentimientos de cada participante, usando esto como herramienta para reconocer necesidades, conflictos, obstáculos y situaciones.

Los grupos de autoayuda más que una alternativa, son la opción privilegiada para el abordaje de las adicciones, por sus características y el contraste de estas con las de nuestra sociedad de consumo. Porque generan la socialización de sujetos más autónomos y responsables, especialmente respecto de sus propias emociones.

 

 

Fuentes en Internet

·         Consumismo – Wikipedia (inglés): http://en.wikipedia.org/wiki/Consumerism

·         Enoughism http://en.wikipedia.org/wiki/Enoughism

·         Identidad http://en.wikipedia.org/wiki/Identity

·         Identidad y consumo compulsivo

·         Imaginario social http://es.wikipedia.org/wiki/Imaginario_social

·         Interacción digital: Consecuencias en los mercados, mercadeo y cosumo http://hbswk.hbs.edu/item/5783.html

·         Maffesoli - Tribus: Wikipedia (inglés) http://en.wikipedia.org/wiki/Neo-Tribalism

·         Millé, Carmen, Identidad, dependencia e independencia, en Infoacciones de Libberaddictus, A.C. http://www.infoadicciones.net/Pdf/0324-25.pdf

·         Piaget, Jean, Psicología y pedagogía,  http://www.cmg.jovenclub.cu/biblioteca/Piaget,%20Jean%20-%20Psicologia%20y%20pedagogia.pdf

·         Thorstein Veblen – Wikipedia: http://en.wikipedia.org/wiki/Thorstein_Veblen

Bibliografía

Deighton, John A y Leora Kornfeld, Digital Interactivity: Unanticipated Consequences for Markets, Marketing, and Consumers, Harvard Business School, publicado 2007/09/28, consultado 2009/05/19 15:52 -6GMT http://hbswk.hbs.edu/item/5783.html

Dobbs, David, “The Gregarious Brain”, New York Times Magazine, 2007/07/08, consultado 2009/05/19 17:27 -6GMT http://www.nytimes.com/2007/07/08/magazine/08sociability-t.html

Freire, Juan, “Los vínculos sociales y la construcción de identidad son una parte fundamental, e inseparable del consumo”, Nómada: Consume e identidad en el era digital, http://nomada.blogs.com consultado 2009/05/19 15:03 -6GMT

Levine, Madeline. “Challenging the Culture of Affluence”, Independent School, 67.1 (2007): 28-36.

Millé Moyano, Carmen, “Identidad, dependencia e independencia”, Revista LiberAddictus 25, 1998/12, consultado 2009/05/19 16:30 -6GMT http://www.infoadicciones.net/Pdf/0324-25.pdf

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“Anexos”: Autodiagnóstico e interacción interventora

VIII Congreso de Especialistas en Adicciones

28 al 30 de junio 2007, Cuernavaca, Morelos

Resumen

 

Artículo


Se desarrolla un análisis, desde la psicología social de los centros residenciales para la atención en adicciones, asociados a grupos de autoayuda y denominados “anexos”. Considerándolos como respuesta social a una necesidad colectiva, el texto aborda su diversidad, mediante una interpretación y análisis de su génesis y características. Inicia con una reseña del proceso interactivo que funda al grupo de autoayuda, siguiendo con el detalle de algunos de los mecanismos que los sustentan, tanto como a sus “anexos”. Haciendo contrapunto con el trabajo profesional en adicciones, se discute la teorización planteada en algunos de sus aspectos, considerando el trabajo en “anexos” como proceso social, y algunos aspectos problemáticos de sus prácticas cotidianas.


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Trabajo grupal en grupos de autoayuda y el proceso de ayuda mutua con jóvenes consumidores de drogas

Juventud y adicciones: retos y alternativas -VI Congreso Nacional de Especialistas en Adicciones. Mérida, Yucatán - 6-8 de octubre de 2005.

Ponencia: "Trabajo grupal en grupos de autoayuda y el proceso de ayuda mutua con jóvenes consumidores de drogas".
Sábado 8 de octubre, 13:30 hrs.
 
Referencia bibliográfica: Montaño Fraire, Rolando, "Trabajo grupal en grupos de autoayuda y el proceso de ayuda mutua con jóvenes consumidores de drogas” en Memorias del VI Congreso Nacional de Especialistas en Adicciones (), pp. , Edit. Liberaddictus, A.C.  México, DF, 2005.
 
Curiosamente esta ponencia sobre grupos de autoayuda se encuentra en este Congreso como parte del panel de modelos alternativos. Pero los grupos de autoayuda son multitud, contándose por miles o decenas de miles y en algunas sociedades y países sus participantes se miden como un porcentaje de la población. Esta ponencia es más invitación a la reflexión, pero un dato puede servir para pensar. Las asociaciones intergrupales de AA reportaron en México más de 12,000 grupos en el año 2001, sin contar otros grupos que siguen ese esquema. Pero muchas otras personas, con muy distintas problemáticas y situaciones de vida, se reúnen en lo que en cada caso denominan “su” grupo de autoayuda y que los investigadores abocados al tema denominamos también grupos de ayuda mutua. Estos son fuertes movimientos y esquemas de respuesta social que aplican modelos y formas de trabajo diversas en países como España y otros, además de los anglosajones. Claro esta que el modelo de 12 pasos en forma alguna es el único, por mucho que lo respetemos y estudiemos. Tampoco es ese modelo “el original”. Se trata de esquemas de organización social, interacción, trabajo grupal y aprendizaje, con similares características que se establecen luego de equiparables procesos históricos microsociales, para abordar problemas emocionales y difíciles situaciones de transición en la vida de las/los participantes y que suelen ser importante componente cultural en muy diversas sociedades.

 ¿Serán los grupos de autoayuda una alternativa a la atención profesional o al revés? Tal vez más bien sea necesario que los especialistas en adicciones aprendamos a trabajar mejor con ellos; apoyarlos; interactuar; informarlos y colaborar en formas eficaces y provechosas para todos. Lo segundo es además de necesario, un compromiso profesional, ético y social para nosotros.

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Grupos de Autoayuda: Evaluando su paradójica promoción

Un modelo de evaluación cualitativa continua del programa de intervención social implementado mediante los Proyectos de Fomento y Gestión de Grupos Laicos para la Ayuda Mutua 2001-2004 (UAM - Secretaría de Desarrollo Social del DF). Para acciones tendientes a la promoción de la salud psicosocial.
Dr. Rolando Montaño Fraire
Referencia bibliográfica: Montaño Fraire, Rolando, “Grupos de Autoayuda: Evaluando su paradójica promoción”, artículo entregado para concurso de oposición CO.I.CSH.d.01.03, Universidad Autónoma Metropolitana - Unidad Iztapalapa, México, DF, 16 de noviembre 2004.

Martes 16 de noviembre de 2004

Resumen: Se propone un modelo de evaluación psicosocial cualitativa, para las acciones de intervención social que son producto de proyectos de fomento y gestión de grupos de autoayuda, como modalidades de promoción del bienestar psicosocial en comunidad. Se trata de una propuesta con la que se busca hacer posible un proceso continuo de análisis, reflexión y ponderación del trabajo profesional realizado en apoyo de procesos sociales de ayuda mutua y en grupos de autoayuda. Con una perspectiva fundada en las nociones y metodología de la investigación cualitativa, se presenta un diseño que integra estrategias de entrevista individual, grupal, observación de grupos y encuestas. Todo ello se sistematiza para la producción de un texto final, resumen del análisis cualitativo hecho para los procesos implicados. Para comprender tanto la propuesta de evaluación como la materia en cuestión, se comienza con una detallada reseña de las premisas y modalidades de este paradójico trabajo de promoción y apoyo de la autogestión grupal. Se revisan también los procesos de investigación que le dieron origen, para los cuales este modelo se plantea además como recurso, para el avance en la indagación científica correspondiente.

 

Ratio: 5 / 5

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Defensa de tesis de doctorado - Grupos de autoayuda: Una cultura de espacios sociales de sostén para el trabajo grupal y la ayuda mutua

Rolando Montaño Fraire. Miércoles 25 de febrero de 2004 – 13:30 hrs.

Comentario para el jurado

La investigación es crucial como medio para la resolución de problemas y el avance en todo tipo de temas y lo concerniente a necesidades sociales concretas. Es una herramienta excelente para encontrar alternativas y soluciones para las más diversas e importantes problemáticas. En lo personal, buscaría que los temas abordados prometan la posibilidad de su aplicación. En mi caso, la investigación teórica y conceptual me parece esencial, como desenlace de un proceso aterrizado en problemas concretos.
La psicología es un ámbito del saber y quehacer científico fundamental en casi cualquier asunto humano. Pero para abordar problemáticas subjetivas y psicosociales, ofrecer atención profesional directa es frecuentemente una propuesta imposible en términos prácticos.

Estudiar y analizar los procesos mediante los cuales se abordan socialmente problemáticas subjetivas y psicosociales me parece fundamental, especialmente si este conocimiento permite formular nuevas propuestas y medios para la difusión de saber actualizado propio de la psicología. Esto es importante en la medida en que permite abordar situaciones y cambiar perspectivas, para asuntos que afectan muy negativamente a gran cantidad de personas. Considero que es posible apoyar el avance social y subjetivo hacia formas menos violentas, conflictivas y problemáticas de relación y con ello de subjetivación, sin negar con esto el carácter intrínseco del conflicto y la lucha en toda relación social e intersubjetiva.

Ratio: 5 / 5

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Tesis - Grupos de autoayuda: Una cultura de espacios sociales de sostén para el trabajo grupal y la ayuda mutua


Rolando Montaño Fraire

Referencia bibliográfica: Montaño Fraire, Rolando, Grupos de Autoayuda: Una cultura de espacios sociales de sostén para el trabajo grupal y la ayuda mutua, Tesis presentada para obtener el grado de Doctor en Ciencias Sociales - Área de Psicología Social de Grupos e Instituciones, Universidad Autónoma Metropolitana, febrero de 2004, México, DF.

Tesis que se presenta para obtener el grado de Doctor en Ciencias Sociales con especialidad en Psicología Social de Grupos e Instituciones. México, D.F., febrero de 2004.


Tutora: Dra. Margarita Baz y Téllez. Sinodales: Presidente - Dra. Silvia Radosh Corkidi. Secretario - Dr. Raymundo Mier Garza. Titulares - Dra. Flora Aurón Zaltzman. Mtra. Haydee Rosovsky Tusneider. Suplentes - Dra. Ana Amuchástegui Herrera. Dr. Raúl Anzaldúa Arce. Dedicado a la memoria de José Perrés

Universidad Autónoma Metropolitana - Unidad Xochimilco. Doctorado en Ciencias Sociales

Resumen

Se reseña un proceso de investigación y discute lo encontrado en cuanto a lo que constituye a un grupo de autoayuda como dispositivo grupal. Se habla de la ayuda mutua como utopía y filosofía de colaboración y del grupo de autoayuda como una específica modalidad de organización social, con la que se reúnen regularmente para hablar, escucharse y trabajar alrededor de un mismo tema personas que se consideran pares, por compartir una particular situación de vida. Se consideran procesos en los que personas que viven fuertes conflictos subjetivos y sociales y se encuentran inicialmente en un gran aislamiento se ofrecen mutuamente sostén y contención, mediante estrategias que norman la interacción y el diálogo y con procedimientos que conforman una función de coordinación. Al analizar ordenamientos sociales con los que se establece una cultura de responsabilidad subjetiva y autogestión grupal, se aborda lo relativo al establecimiento de una situación para el trabajo subjetivo que se argumenta es común a los distintos tipos de grupo de autoayuda. Se considera la clase de problemática social, psicológica, económica y familiar que típicamente se trabaja y lo que la participación puede ofrecer en cuanto a resignificación de la experiencia y apoyo de procesos de subjetivación. Se considera la forma en que se desarrolla un trabajo grupal que opera mediante una normatividad de lo decible y fuertes procesos identificatorios, que generan una interacción interpretante así como mecanismos democráticos, tales como la rotación de roles, que hacen posible un trabajo que llega a ser un apoyo importante para procesos de elaboración del conflicto psico-social en al menos algunos participantes. Los resultados son producto de un largo proceso de investigación etnográfica, misma que fue seguida de una minuciosa observación y análisis del proceso y trabajo en nuevos grupos, que iniciaron con el apoyo de programas de acción en comunidad. Con ellos se promovió una propuesta de trabajo grupal diseñada específicamente para explorar los hallazgos iniciales. Los propios procesos de intervención y las propuestas para el trabajo grupal desarrolladas quedan fuera del ámbito de la investigación y lo reportado. Los resultados y la reflexión ofrecen elementos para una mejor comprensión de lo que hace al dispositivo general propio de los grupos de autoayuda. Esto puede incluso ser de utilidad para apoyar a grupos existentes o integrar nuevos modelos y propuestas.

Leer más: Parra leer más deberá descargar el archivo en formato de Word con el texto completo de la tesis haciendo clic en el siguiente vínculo:

Tesis - Grupos de autoayuda: Una cultura de espacios sociales de sostén para el trabajo grupal y la ayuda mutua

 

Ratio: 5 / 5

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Curso de especialización sobre Grupos de Autoayuda: Fomento, gestión, seguimiento y asesoría de grupos de autoayuda

Profesor a cargo: Dr. Rolando Montaño Fraire

Duración    10 clases de dos horas.

El curso ofrece una introducción conceptual, un espacio de reflexión grupal y estrategias para el trabajo profesional en apoyo de la promoción y formación de grupos de autoayuda para problemáticas específicas en la comunidad. Integra actividades en las que el estudiante participa en dinámicas en las que se ejemplifica el trabajo grupal de ayuda mutua y otras en las que se dramatizan modalidades de trabajo profesional apropiadas para brindar apoyo a este tipo de procesos sociales. Con base en lecturas teóricas, el trabajo en el aula de las mismas permite conceptuar el ejercicio profesional que es factible de llevarse a cabo en colaboración con personas interesadas en fundar un nuevo grupo de autoayuda, así como también un análisis multiforme de estos espacios que hace a su vez posible una mejor colaboración con grupos existentes. Las actividades incluyen la visita de especialistas activos en labores de promoción de grupos en la comunidad, quienes participarán presentando sus experiencias y discutiendo con el grupo. Se aprovechan materiales en video y se apoya a los alumnos para conocer grupos y participar en acciones en comunidad propias del tema y trabajo de promoción social correspondientes.

Ratio: 5 / 5

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Ponencia - Grupos de Autoayuda: Una cultura de espacios sociales de sostén para el trabajo grupal y la ayuda mutua

II Foro Nicolaita de Psicología: La psicología, sus saberes y prácticas. 20 de octubre de 2003
Mtro. Rolando Montaño Fraire
Universidad Autónoma Metropolitana – Unidad Xochimilco 

Introducción

Los grupos de autoayuda son multitud. Se cuentan por miles. En algunas sociedades y países el número de sus participantes se puede medir como un porcentaje de la población. La mayoría de sus integrantes dice que acude a su “terapia”. Suelen ser descritos como “terapéuticos”. Los participantes dicen que en ellos hablan y trabajan sobre un tema con los que denominan sus compañeros. Les reúne una situación de vida y problemática subjetiva asociada o definida por problemas familiares, personales, emocionales o afectivos. Se les dice grupos de autoayuda y quienes estudiamos el tema también los denominamos de ayuda mutua.

Para reconocer la enorme diversidad de grupos de autoayuda existentes es innecesario un gran estudio. Apenas comienza uno a indagar en el tema, encuentra que más allá de los grupos abocados a temas de adicción, existen muchos otros en los que se trabaja sobre asuntos tales como vivir con una enfermedad (reumatismo; litiasis); ser familiar de personas con una situación de vida específica (Parkinson, adultos mayores). Pronto se pueden identificar grupos que trabajan con base en problemáticas, situaciones de vida o concepciones sobre los conflictos subjetivos que pueden muy bien albergar a casi cualquier persona. Es el caso de los que hablan de nociones tales como codependencia; relaciones destructivas; neurosis y otros. Otros grupos se configuran alrededor de sucesos traumáticos, tales como el duelo; divorcio o discriminación.

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Taller de introducción a conceptos y técnicas de trabajo para grupos de ayuda mutua

Responsable

Dr. Rolando Montaño Fraire

México, DF, marzo de 2003

El taller reflexivo y vivencial de cuatro horas del que adelante se detallan actividades y modalidades de trabajo constituye una breve introducción a esta forma de trabajo grupal. Permite reconocerlo como medio social para hacer frente a muy difíciles problemáticas y situaciones subjetivas y de vida. Es una introducción al trabajo en pequeños grupos sin coordinación profesional, mismos que hacen posible valorar y validar el apreciable conocimiento surgido de la experiencia de vida de quienes comparten una misma situación. Este taller tiene como objeto que los participantes reconozcan su capacidad para organizarse y colaborar para aprender mediante mecanismos y con base en conceptos propios de la forma de ayuda mutua que caracteriza a un grupo de autoayuda.

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El grupo de ayuda mutua como configurador de subjetividades

Intervención en comunidad mediante la promoción y gestión de grupos de ayuda mutua (autoayuda)

Mtro. Rolando Montaño Fraire

La promoción de grupos de autoayuda y el trabajo profesional para su gestión son un medio importante para la intervención en comunidad. Este trabajo apunta al apoyo de procesos sociales que se encaminan a la autonomía de grupos que se reúnen regularmente. Para llegar a ello, es primero necesario conocer conceptualmente lo que es un grupo de autoayuda, cabalmente de ayuda mutua, ya que es un trabajo grupal.

Los entornos grupales para la ayuda mutua que se presentan en la comunidad, comúnmente conocidos como grupos de autoayuda, tienen una serie de características comunes. Para abordar las necesidades sociales de las personas que los forman y sostienen y hacerse medios de sostén, información y socialización, éstos grupos tienden a hacerse espacios autogestionados con una serie de elementos particulares que los configuran como dispositivos grupales con un carácter específico.

La ayuda mutua es una idea que nos permite concebir algunas formas de relación social. Ayuda mutua es toda relación en la que unos y otros se apoyan recíprocamente para superar una situación o problemática.

Ayudar a otro puede ser el reconocer un problema o situación de vida desde fuera, más objetivamente, menos emocionalmente; ver las necesidades de otros. Cuando una persona tiene dificultad para abordar una situación sólo, para confrontar un problema o tarea de manera individual, la colaboración es la forma natural y necesaria de llevar adelante el proyecto que se defina como necesario de emprender.

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El grupo anónimo y la familia


Referencia bibliográfica: Montaño Fraire, Rolando, “El grupo anónimo y la familia” en Anuario de investigación 2001, Departamento de Educación y Comunicación,  editado por la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco, México, D.F., 2001.

Resumen

Características y modalidades de trabajo propias de grupos de ayuda mutua se discuten y se ilustran en citas, producto de entrevistas a integrantes, en diálogo con un texto clásico para el estudio de la dinámica y terapia familiar de Salvador Minuchin. Se aborda la manera en que el conflicto psíquico individual, emergente de una dinámica familiar en conflicto, se elabora en el proceso de participación en éstos grupos y también la manera en que lo aprendido en ellos influye en la propia dinámica familiar. El entorno social que constituyen dichos grupos se analiza como un medio social alternativo, normado para la socialización o re-socialización de los participantes y que ofrece la oportunidad de entrar en procesos de elaboración de la historia subjetiva, como medio para el cambio. Esto se hace aplicando conceptos propios del estudio de la familia y pertinentes a técnicas de terapia familiar.

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Entornos Grupales Autogestivos para la Ayuda Mutua: Reseña de algunos resultados de investigación

Rolando Montaño Fraire, Profesor Asociado, UAM-X.

Referencia bibliográfica: Montaño Fraire, Rolando, “Entornos grupales autogestivos para la ayuda mutua” en Psicología Iberoamericana – Nueva Época, Vol. 8, No. 3-4, septiembre-diciembre del 2000, editado por la Universidad Iberoamericana, México, D.F., 2000

Resumen

Se reseña un proceso de investigación que cursa su sexto año, con respecto a las características y elementos que definen y sostienen un entorno para el trabajo grupal de ayuda mutua en grupos que trabajan con base en el modelo de Alcohólicos Anónimos. Los resultados de investigación son aplicables a la integración de otros modelos de trabajo grupal para la ayuda mutua. Conciernen especialmente al establecimiento de una función de coordinación, equiparable al trabajo de un coordinador profesional en un grupo terapéutico dirigido profesionalmente, en ordenamientos sociales complejos, que se sostienen mediante una cultura e ideología propias de cada grupo. Se describe brevemente la manera en que se constituye una denominada ‘terapia de reflejo’, mediante una normatividad de lo decible, un trabajo enfocado a una situación de vida o configuración subjetiva particulares y el efecto interpretante del trabajo de los participantes. Mecanismos democráticos, tales como el logro de consensos relativos y la rotación de roles, complementan estos medios autogestivos para el trabajo en grupo de situaciones de vida y problemáticas específicas con impacto, para algunos de los participantes, sobre el conflicto psíquico subyacente.


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Lista de puntos para una conferencia sobre grupos autogestivos para la ayuda mutua

Curso SECOI para Facilitadores de Salud Mental Comunitaria, 29 de mayo del 2000

Antecedentes generales / Conceptos filosóficos

·       Presentación mutua de los participantes:

a) Nombre,

b) Formación,

c) Lugar de trabajo.

·       Elaboración de un directorio de participantes.

·       Gobierno actual del GDF – política social.

·       Conceptos anarquistas

·       National Rifle Association – potencial de protesta social real.

·       Hágalo usted mismo – Total Home / Home Mart – reflejo de una filosofía anarquista

·       Antipsiquiatría – Italia (Robert Castell) – Inglaterra – Casas de medio camino.

·       Antipsiquiatría de EEUU – son los grupos de auto-ayuda.

·       Thomas Szasz (EEUU) (“El mito de la enfermedad mental” en Ideología y enfermedad mental, Edit. Amorrortu, Buenos Aires, Argentina, 1970).

Ratio: 5 / 5

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Lista de puntos para una plática sobre grupos de ayuda mutua

“Quien mejor que aquel que ha sentido en carne propia una herida, puede tan suavemente curar la misma en otro.”[1]

Thomas Jefferson

·       El intercambio de ayuda mutua (AM) ocurre cuando las personas que tienen un mismo problema o preocupación se reúnen, para ayudarse unos a otros.

·       Es una modalidad de organización social (tal como la familia).

·       El grupo de AM es un conjunto de personas que tienen un problema común y buscan mejores formas de manejar su situación hablando y apoyándose.

·       Son especialmente útiles para personas que están pasando por un periodo de transición y que requieren de un cambio con respecto a roles y colocaciones sociales.

“El corazón de nuestro mensaje es: No estás solo. Nuestra fuerza radica en compartir nuestra experiencia con otros y darles esperanza.”[2]

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Tesis - Los grupos anónimos de ayuda mutua y su original método terapéutico entre pares: Reflexiones a partir del modelo originado en Alcohólicos Anónimos

Referencia bibliográfica: Montaño Fraire, Rolando, Los grupos anónimos de ayuda mutua y su original método terapéutico entre pares: Reflexiones a partir del modelo originado en Alcohólicos Anónimos, Tesis presentada para obtener el grado de Maestro en Psicología Social de Grupos e Instituciones, Universidad Autónoma Metropolitana - Unidad Xochimilco, noviembre de 1997, México, DF.

Tesis presentada para obtener el grado de

Maestro en Psicología Social de Grupos e Instituciones

Director de tesis: Dr. José Perrés Hamaui

Resumen

Mediante un proceso de investigación participativa, se exploraron algunos de los elementos más notorios de la dinámica grupal, lenguaje y características institucionales de los grupos anónimos. Se identificaron términos y consignas que integran normas y mecanismos, los cuales son utilizados para establecer un encuadre de trabajo grupal, y una dinámica de interacción y diálogo particulares. Se determinaron algunos de los elementos que posibilitan la integración grupal, el establecimiento de una tarea, y el trabajo en equipo para el abordaje de la misma, sin que para lograrlo exista, en un sentido técnico, un coordinador de grupo. Este trabajo se realiza en un entorno grupal autogestivo, autofinanciado, con un nivel significativo de horizontalidad entre pares, obtenido mediante la independencia que el anonimato ofrece de marcadores externos de estatus y posición social. Se llegó a la conclusión de que, por estos medios, se posibilita un trabajo sobre la subjetividad y la colocación social, y la re-elaboración, en grupo y mediante un trabajo de equipo, de la propia historia de los integrantes. Se logran abordar conflictos subjetivos, familiares y sociales, así como explorar elementos inconscientes de patrones de conducta. El entorno ofrece normas morales y éticas, un método de acompañamiento terapéutico, y otros apoyos que configuran un proceso terapéutico y, al mismo tiempo, un medio social alternativo, lo cual constituye un camino privilegiado para el cambio subjetivo.

Palabras clave:     ayuda mutua, procesos grupales, autogestión, terapia grupal, autonomía, grupos anónimos, Alcohólicos Anónimos, anonimato, acompañamiento terapéutico.

Leer más: Parra leer más deberá descargar el archivo en formato de Word con el texto completo de la tesis haciendo clic en el siguiente vínculo:

Tesis - Los grupos anónimos de ayuda mutua y su original método terapéutico entre pares: Reflexiones a partir del modelo originado en Alcohólicos Anónimos